Ansiedad frente a dos grandes contrincantes: el coronavirus (COVID-19) y el encierro.

En estos días, padres, madres e hijo/as estamos inmersos en una situación que nos genera gran incertidumbre, temor generalizado y estados de ansiedad, los cuales debemos aprender a aceptar y transitar lo mejor posible. Tenemos que saber que la ansiedad es una reacción normal, una especie de “alarma” que se enciende en nuestro organismo ante a una situación de peligro o amenaza real o imaginaria, frente a la cual nuestro cuerpo reacciona automáticamente, activando ciertas áreas cerebrales. Pero muchas veces este estado de ansiedad excede nuestra capacidad de manejarlo y empieza a afectar nuestra calidad de vida y nuestro estado de ánimo. Además, frente a la indicación sanitaria de “quedarnos en casa” este estado de nerviosismo continuo claramente a quien más afecta es a nuestra familia. Nuestras rutinas diarias, en muchos casos, cambiaron abruptamente y nos toca adaptarnos a una nueva modalidad de convivencia familiar y social. Este nuevo estado puede aumentar nuestros niveles de ansiedad y afectar nuestro estado de ánimo o, si nos lo proponemos, podemos transformarlo en una experiencia no tan negativa.

Esta situación es nueva para todos y no tenemos por qué saber de antemano cómo manejarnos. Por ello es importante registrar cuál puede ser nuestro estado emocional actual.

Preguntarnos, ¿a qué le tengo miedo realmente?: ¿a contagiarme, a morir, a contagiar o que se contagien mis seres queridos, a lo económico, al aislamiento social, a no poder afrontar mi convivencia y cuidados familiares? preguntarnos si este miedo es de ahora o siempre los tuve.

Reconocer si estamos sintiendo algún síntoma de ansiedad como nerviosismo, agitación, estado de alerta, no poder dejar de pensar en otra cosa que no sea el coronavirus, necesidad de estar permanentemente viendo y oyendo informaciones sobre el tema, dificultad para concentrarme en mis tareas diarias, dificultad para conciliar el sueño y preocupación y advertencia excesiva sobre los graves peligros de este virus.

En circunstancias como estas, nuestra mente suele estar más enfocada en el futuro y puede generar pensamientos más catastróficos, alarmistas o pesimistas, los cuales pueden ser innecesarios. No se trata de no tener este tipo de pensamientos sino aprender a reconocer los pensamientos catastróficos, transitarlos y dejarlos pasar. Los pensamientos no son hechos y no por pensar o imaginar algo va a suceder. Podemos tomarnos un momento para conectarnos con lo que nos está pasando, tomar varias respiraciones conscientes, calmarnos y desde un estado más calmo y reflexivo poder darnos cuenta que es sólo un pensamiento el que nos abruma, dejarlo pasar sin quedarnos enganchados en esa idea y reconectarnos con lo que estábamos haciendo. Es hora de centrarse en el presente y en las cosas que sí podemos hacer porque están bajo nuestro control.

La ansiedad anticipatoria generada por esta situación se combate informándonos con fuentes certeras, pero no sobre informándonos, y tomando todos los recaudos necesarios para el auto cuidado y el cuidado de los demás.

En el caso de que mis propios recursos o mi los de red de apoyo excedan mi capacidad para manejar mi nivel de ansiedad, puedo pedir ayuda a un profesional de la salud pudiendo recibir asistencia psicológica en su modalidad “on line”.

Lic. Paula Tripicchio

 

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