27/03/2015 | Clase Ejecutiva
«En 2007 estaba creciendo mucho mi locura científica y la cantidad de pacientes, pero una cosa es crecer en ciencia y otra en los números. Y se sabe que la manera más segura de fundirse es con un médico, al menos eso siempre dice mi hermano(risas). Hubo dos cosas que nos llevaron a pensar que necesitábamos una fundación para que cubriera aquellos tres objetivos.
Primero, que uno de los chicos nuestros –Tristán Bekinschtein, que ahora está en Cambridge– ganó la beca Marie Curie, que es una de las mejores en ciencias en Europa y siempre se la llevaba la Universidad de Hong Kong o alguna estadounidense. Un día me llamaron de Bruselas para que explicara cómo era que una S.R.L. había dado lugar al científico ganador, porque nunca les había pasado tener que firmar contrato con una S.R.L. Segundo, me mandó un email Agustín Ibáñez, que hoy es el jefe del Laboratorio de Psicología Experimental y Neurociencias de INECO. Estaba estudiando en Heidelberg, Alemania, y quería venir a trabajar con nosotros. ¡Imaginate lo que fue para mí que, dos años después de crear INECO, tuviera el pedido y la oportunidad de repatriar a un investigado argentino! Estaba muy contento, pero mi hermano me dijo: “Pará, nos estamos fundiendo. Tenemos que hacer una fundación porque, ya que no hacemos prácticas como operar, que dejan un margen mayor en la medicina, con la consulta no podemos financiar Harvard tampoco”. Por eso, otro mérito del proyecto es haber hecho la Fundación.»