«Catalina, mi hija de 7 años, usa su tablet. Nosotros, a través de una aplicación, le restringimos el tiempo de uso. El tema es que cuando se le termina nos pide usarla un rato más. Eso está generando bastante discusión porque en estas circunstancias hay que permitirle más tiempo de uso, pero Vanina, mi esposa, es más rígida», cuenta con cierta preocupación Martín Weinstabl, un ingeniero industrial de 55 años.
Su caso no es una excepción. Con la suspensión de clases presenciales por la pandemia, los chicos pasan casi todo el día frente a las pantallas, como su única conexión con el mundo exterior. Con los dispositivos tienen clases, hablan con sus pares, se contactan con los familiares y se entretienen. Antes de la cuarentena médicos, especialistas y asociaciones pediátricas recomendaban restringir la cantidad de horas que pasaran con sus equipos tecnológicos. Sin embargo, ahora son muchos los padres que se plantean cuál es el balance adecuado y cómo lograr restringir ese tiempo en el encierro.
«El momento que estamos atravesando es excepcional, con lo cual las reglas con las que debemos manejarnos también salen de las normas preestablecidas en nuestra vida ‘normal’. Entonces, es fundamental hablar con los chicos sobre la cantidad de horas que pasan frente a las pantallas, explicarles que esta situación es transitoria, y que, aunque dejamos que usen dispositivos durante más horas, en algún momento vamos a volver a la rutina que teníamos», explica Juliana Nieva, psiquiatra infantojuvenil del Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco).
Uno de los profesionales que siempre advierten sobre los riesgos que corren los chicos al exponerse muchas horas a las tecnologías es Claudio Waisburg, neurólogo y director Médico de Instituto SOMA. Sin embargo, hoy coincide con Nieva. «Siempre dije que en los chicos cualquier pantalla que interfiera con la socialización era contraproducente. Pero hoy, en medio del aislamiento social, con el mayor uso de nuestra flexibilidad cognitiva, las pantallas son una ventana para socializar. Es una oportunidad de vernos y abrazarnos virtualmente con nuestros afectos, familiares y amistades. Es muy importante usarlas diariamente», argumenta.
Pilar Espinosa, una docente de 40 años y madre de Timoteo (10), Trinidad (8) y Fátima (5), no está preocupada por el uso de los dispositivos durante la cuarentena. «Es cierto que le damos un uso más intenso, porque hoy la tecnología no solo se transformó en un medio para estudiar, sino también porque hay mucho tiempo libre y, al mismo tiempo, te acerca a los afectos que están lejos. Creo que hoy es un excelente recurso siempre que no se pierdan las charlas, los juegos y los momentos familiares», aclara. Sus hijos tienen un momento establecido para mirar una película, pero antes deben haber jugado con sus hermanos, pintado o pasado el tiempo con alguna actividad sin equipos o pantallas.
«En épocas normales, durante el año escolar, los chicos pueden usar las pantallas una hora por día de lunes a viernes; y dos horas, durante el fin de semana. Este tiempo de aislamiento, los dejamos utilizarlos dos horas cuando hacen las tareas y tres horas para jugar, comunicarse con amigos o para esparcimiento. En total los están usando cinco horas al día, aproximadamente», cuenta.
Destaca que hay que hacer un uso responsable de la tecnología. «No hay que tenerle miedo. Eso sí, hay que estar conectados sin perder los momentos en familia», sostiene.
Según datos de la consultora Kids Corp, durante la primera semana de cuarentena se incrementaron, en la Argentina, más de un 70% las interacciones con aplicaciones para niños; la segunda semana un 82% y la tercera, un 106%.
«¿Es saludable para los chicos no salir? y ¿hasta cuándo podremos mantenerlos encerrados?», son dos preguntas que preocupan a los padres. De hecho, ayer el presidente Alberto Fernández anunció que los niños podrán salir una hora durante el día, acompañados por un adulto, en un radio de 500 metros de sus domicilios, sin usar el transporte público y cumpliendo con las recomendaciones de distanciamiento e higiene.
Para Waisburg, la única «vacuna», por el momento, que protege del Covid-19 sigue siendo quedarse en casa. «Los niños son víctimas invisibles de esta pandemia, ya que todos los ojos están lógicamente puestos en la población de riesgo mayor. En varios países se pensó desde el comienzo cómo hacer para que pudieran salir temporalmente de su confinamiento de forma controlada. Es necesario para su salud psicofísica», sugiere.
Flavia Gannio, psicopedagoga y directora del Centro de Educación y Aprendizaje de Instituto SOMA, destaca que los efectos de este aislamiento dependerán de las condiciones en que los chicos lo vivan en sus hogares.
Además, agrega, el estrés que provoca el encierro prolongado puede tener consecuencias en el estado anímico de los chicos y en su salud mental. «Pero el impacto puede atenuarse con recursos lúdicos, con mucho cariño y comprensión. Y, sobre todo, dialogando con ellos en relación a sus miedos y sus creencias sobre lo que está sucediendo», concluye la especialista.
Fuente: La Nación