No es fácil para nadie adaptarse a esta época de cambios tan marcados. En menos de un mes pasamos de conocer vagamente la existencia del coronavirus en algún lugar remoto del planeta, a estar todos en aislamiento obligatorio, encerrados en nuestros hogares, sobre informados por los medios de comunicación, las redes y los whatsapp y con un torbellino de nuevas emociones. Lo cierto es que el coronavirus nos ha atravesado a todos y nos ha dado vuelta nuestra rutina dejándola patas para arriba.
Ser adolescente es complejo de por sí, los adolescentes atraviesan por un proceso cerebral particular en el que existe un desbalance entre las áreas del cerebro relacionadas con las emociones las que se encuentran hiper desarrolladas y una inmadurez de la corteza prefrontal, área relacionada con el control de los impulsos, la evaluación de riesgos, la planificación y organización y la empatía. Por lo que cuál es el impacto real de la cuarentena sobre este cerebro en desarrollo no está aún del todo claro pero revisiones actuales sobre el tema sugieren que el impacto psicológico pareciera ser mayor en esta población que en otras. El aislamiento genera sentimientos y emociones particulares en cada persona, más aun en los adolescentes, jóvenes ávidos por aprender, socializar y desafiar la vida.
Cuáles son los efectos de las pérdidas relativas a sus eventos, los encuentros sociales, sus salidas, las competencias deportivas, el estudio, etc., aun no lo sabemos pero menos aun imaginamos como sobrellevarán estos nuevos desafíos como el trabajo y estudio remoto, tanto tiempo exclusivo en familia, sus cambios en su rutina, el contacto solo virtual con sus amigos, y la gran incertidumbre de lo que pasará.
Es por eso que alguna información sencilla y seleccionada sobre como acompañarlos, es de vital importancia. Son una generación que está en plena construcción de su identidad, son nuestra generación del futuro. ¿Saldrán fortalecidos? Probablemente sí, pero mientras hay que acompañarlos.
Aquí van algunas recomendaciones prácticas de cómo lidiar con nuestros adolescentes “entrerejas”:
1. Es importante brindarle espacio para la frustración, la impotencia y la tristeza. Estudios de investigación reportan que las estructuras del cerebro vinculadas con el estrés y el miedo (ej. amígdala) están hiperreactivas en el cerebro de los adolescentes por lo que es de esperar que la presencia de estas emociones estén exacerbadas frente a la incertidumbre que se viven en estos tiempos. Los sentimientos de ansiedad, decaimiento anímico y estrés son los más frecuentes durante este periodo de cuarentena. Es importante que los adultos generemos un espacio para hablar de lo que sienten. Expliquémosles que es normal sentir ansiedad ya que esta emoción es positiva dado que nos alerta de que algo sucede y que hay que cuidarse. Es coherente sentirla en este momento como reacción a la información actual sobre la pandemia. Es importante comentarle que estos sentimientos son compartidos por toda la familia. Recientemente un adolescente (en forma remota) me dijo: “Esto es lo más duro que me haya tocado enfrentar en mi vida, jamás lo imaginé”.
2. Espere fricciones y discusiones en relación a las medidas tomadas en relación al distanciamiento social/ aislamiento / cuarentena. Sea uno, más o menos estricto que el resto de su comunidad, probablemente haya comparaciones al respecto que generen discusiones. Explíquele con claridad su decisión y la razón detrás. El uso indiscriminado de las redes sociales, o los tipos de conexiones online, puede terminar en adolescentes hiperconectados y desorganizados. Esto generará conflictos. Sin embargo, debe quedar claro que actividades como dormir, estudiar, crear, hacer ejercicio físico y tiempo destinado a las relaciones cara a cara con quienes conviven en el hogar, son importantes para lograr un mayor bienestar.
3. Ponga límites claros y razonables. Aunque ningún adolescente lo aceptará jamás y menos frente a sus padres, la gran mayoría siente que sus padres son razonables casi siempre. Saben distinguir entre las reglas parentales que tienen lógica y aquellas que son arbitrarias. Convivir todos en aislamiento requiere reglas y límites. Hágalos respetar.
4. Permitirles privacidad y tiempo “solos”. Es probable que por las circunstancias actuales, el estar constantemente con los restantes miembros de la familia sea estresante. Es importante que participe de las tareas del hogar y asuma sus responsabilidades en el plan familiar pero también necesita de su privacidad. Concédasela.
5. Considerando que funciones como la empatía, y el ponerse en los zapatos del otro recién está desarrollándose en este período, aprovechemos para entrenarlos en esta capacidad. Mostrémosle, todas las veces que sea necesario y hasta poniéndolo en palabras, cómo ponerse en el lugar del otro, cómo mirar la vida desde otro lugar. Son funciones que se entrenan, y es un gran oportunidad para que aprendan por imitación. Somos sus modelos y estamos muy cerca. Y su cerebro esta en construcción por lo que lo que aprendan allí quedará.
6. Los adolescentes son tremendamente creativos en la resolución de problemas por lo que invitémoslos a intervenir en la resolución de los problemas que vayan apareciendo. Discutamos sus ideas, validémoslas y agradezcamos su capacidad para pensar alternativas diferentes a las nuestras.
7. Cambiemos el foco. En tiempos difíciles la ciencia sugiere que los adolescentes se sienten mejor si cambian el foco de atención hacia la ayuda a los demás. El altruismo, a veces olvidado, parece ser la mejor razón para mantener el foco de porqué estamos haciendo lo que hacemos. Nos quedamos en casa para cuidar a los adultos mayores, a las personas enfermas y en riesgo y porque solo todos juntos y con un objetivo común, salimos de esta.
Dra. Teresa Torralva.